En épocas de vacas gordas, las empresas solo se preocupan en
mejorar resultados, despachan más que venden, y no se preguntan si tienen
capataces o líderes. La crisis ha hecho volver la cabeza a los trabajadores.
“Los directivos nos dicen que han superado una crisis, y no pueden despedir a
más personas por adelgazar el coste, pero nos preguntan si tienen los trabajadores
adecuados para llevar el negocio de forma sostenible hacia el futuro y la
internacionalización. Quién se cuestiona qué hacer con su empresa, cambia su
papel de jefe a líder, e identifica el perfil de cada trabajador para aplicarlo
en futuros giros del negocio”, cuenta Alberto Blanco, director general de Grupo
Actual.
¿Por qué el liderazgo da un mejor resultado empresarial que el
ordeno y mando? Estudios sobre el funcionamiento del cerebro (realizados con
herramientas como la resonancia magnética funcional), han detectado que un
trato irrespetuoso sube la tensión sanguínea y genera estrés. “Es el camino a
la depresión, la segunda enfermedad de mayor crecimiento en países
desarrollados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El jefe es irrespetuoso,
y no siempre se manifiesta en gritos. El líder trabaja para sacar el máximo
talento, y para ello debe haber respeto, confianza y motivación”, explica José
María Gasalla, codirector del programa decoachingejecutivo de Deusto Business School.
El rígido
estilo de dirección de los jefes ha quedado anticuado porque no es competitivo,
desmotiva a las plantillas, y provoca la huida de los mejores trabajadores. No
solo eso, un informe realizado por el IESE señala al estilo de gestión, a la
falta de motivación de los empleados y a la mala calidad laboral (rigidez de
horarios, falta de expectativas y estrés laboral) como tres de las cuatro
causas del absentismo en el trabajo. Este defecto de gestión no es gratis,
costó 9.271 millones de euros a España en 2014, informa Adecco.
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