Si no nos marcamos metas corremos el riesgo de estancarnos y que un día nos
preguntemos ¿qué cosas interesantes he hecho en mi vida?, ¿qué me gustaría
haber intentado?, ¿qué cosas importantes he conseguido?
Conseguir metas no tiene nada que ver con conseguir éxitos. Más bien
tiene que ver con aprender y vivir experiencias nuevas que nos
merecemos. Porque el éxito no es conseguir una simple medalla. El éxito
es la aventura de lo vivido y lo aprendido.
El proceso de desarrollo de una meta supone un gran desafío personal.
Ponemos a prueba un sinfín de habilidades tales como: iniciativa, resolución de
problemas, creatividad, planificación, motivación, concentración, orientación
al logro, compromiso, productividad, gestión eficaz del tiempo…. competencias
tan valoradas hoy en día en cualquier ámbito profesional. Pero sobre todo, nos
lleva a la satisfacción personal para con nosotros mismos.
Confía en tus capacidades
Todas nuestras metas son:
- Grandes, por pequeñas que sean.
- Difíciles, por fáciles que parezcan.
- Personales, nuestras y de nadie más.
- Ilusionantes, y es que solo el hecho de ponerse una meta concreta y
dar los primeros pasos genera una sensación especial de bienestar y de, por qué
no decirlo, ¡felicidad! Sientes que puedes alcanzarla. Sientes una confianza
creciente en tus propias capacidades.
Pequeños pasos
Las metas comienzan con pequeños pasos en nuestro día a día y que nos
llevan con toda probabilidad a conseguir nuestro deseo u objetivo final (cambiar
del trabajo, mejorar la salud, las relaciones etc.). Realmente no se trata de
hacer grandes cosas, pero sí de hacer cosas de forma consciente que no habíamos
hecho antes.
Muchas veces no damos estos pasos por miedo a perder la “seguridad”. Podemos
vivir la vida pensando "Virgencita, que me quede como estoy" o
"mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer" o podemos dar un
paso más allá e intentar descubrir nuevos caminos que nos hagan ¡vibrar!
Después de todo ¡solo tenemos una vida! Pues aprovechémosla a tope. Si te da
miedo perder la "seguridad", también perderás la libertad
de elegir.
Seguridad y libertad no son buenas amigas. ¿Pero hay algo seguro además de
lo que ya sabemos?
Disfruta del proceso
En realidad lo más valioso de ponerse una meta no es conseguir el objetivo
final, sino disfrutar durante el esfuerzo y el aprendizaje. Por supuesto que
conseguirlo es gratificante, pero es solo un momento. El día en que digas
"lo conseguí", todo habrá acabado. Y no se puede vivir
permanentemente del éxito momentáneo, hay que seguir. Por ello no puedes parar
de ponerte más metas al día siguiente, porque más allá de lograrlo, te sientes
en esa nube de motivación y energía deseoso de hacer cualquier cosa que te
plantees.
Escribe, escribe, escribe
A lo largo de la vida vamos consiguiendo muchas metas sin apenas haberlas
planificado o decidido de forma consciente. Sin embargo, lo que queremos
plantear es cómo conseguir una meta que siempre hayas deseado, un sueño de
tener, hacer, sentir... cómo hacerlo bien desde el principio.
Si quieres saber si tu meta la deseas de verdad y si tiene posibilidades de
éxito, hazte estas 10 preguntas:
1. ¿He escrito mi meta?
Escribe tu meta de forma específica en positivo, define qué quieres
conseguir, cómo, cuándo, dónde y por qué. El proceso de escribir es
importante porque hace que pases al plano de la consciencia, a comprometerte
contigo mismo, a sincerarte, a fijarla en tu mente y concentrarte en lo que
quieres y en tu objetivo.
2. ¿Es realista para mí, está a mi alcance?
Piensa en el grado dificultad. Tu meta debe ser realista y alcanzable. Si
te pones una meta demasiado grande puede que enseguida te frustres y
no lo consigas nunca.
3. ¿Merece la pena?
Si vas a dedicar parte de tu tiempo, esfuerzo, dinero etc. a conseguir una
meta, debes tener claro todos los beneficios y motivos por los cuales
deseas conseguirla porque están alineados con tus principios y valores.
4. ¿Tiene fecha límite?
Establecer una fecha límite hace que te concentres en ella y logres ser más
productivo. Pon una fecha razonable en función de la dificultad.
5. ¿Es afín a mis valores?
Nuestros valores sirven de guía la hora de decidir o actuar. Si tu meta va
en contra de tus propios valores y prioridades fracasarás desde el primer
momento.
6. ¿He identificado los obstáculos y los recursos necesarios?
Está claro que sin obstáculos no hay meta. Escribe todos los obstáculos que
encuentres y las soluciones o recursos. El primer obstáculo puedes ser tú
mismo.
7. ¿Tengo un plan de acción?
La meta sin un plan de acción es un mero deseo. Es la manera de verificar
que realmente llevas a cabo las acciones previstas. Anota tus acciones en
tu agenda o calendario con sus tiempos y fechas límites e intégralo con el
resto de tus actividades. Revisa, corrige, mide tus avances.
8. ¿La he visualizado en mi mente?
Visualizar de principio a fin es una técnica que ayuda más de lo que
pensamos a conseguir nuestro reto. La mente no distingue entre lo real y lo
imaginario y podemos hacer creer a nuestro cerebro que podemos conseguirlo.
9. ¿Estoy disfrutando desde el primer momento?
Es importante disfrutar del proceso de la meta. Para ello debes olvidarte
del resultado inmediato porque sinceramente el objetivo final no es lo
importante
10. ¿He tenido en cuenta cómo protegerla?
Cuando tienes una meta clara y decides ponerte a trabajar en ella, no
puedes dejar que otros interrumpan o interfieran, debes protegerla como si
fuera tu mayor tesoro. Decir “no” cuando sea necesario hará que te
concentres en lo tuyo.
Dice la frase "Para alcanzar algo que nunca has obtenido
tendrás que hacer algo que nunca hiciste".
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